“Mi mayor honra es surgir del seno de los oprimidos, que son el alma y nervio de la raza”…… (Augusto Nicolás Calderón Sandino)


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viernes, 5 de octubre de 2012

¿Sabés quién era «La Mascota»? ¿Y sabés quién era Manuel de Jesús Rivera?



5 octubre de 2009

Por Freddy Antonio Narváez

Diriamba, Nicaragua Libre.

Hoy tengo un compromiso, lo he tenido en los últimos 31 años y lo cumplo con una mezcla de entusiasmo y nostalgia.

Este año es un poco difícil para mí, la cosa está complicada, los compañeros no ayudan y en algunos momentos también boto la gorra.

Llego a verte, estás ahí, como la ultima vez que te visité, ahora te traigo malas noticias, o tal vez buenas para vos.

Ya no está la abuela Juanita, y mama Arcadia está muy mal de salud (mi hermano Robereto la atiende diligentemente), aunque la atienden bien, siempre hay mal sabor en la boca, por los años de desatención, de descuido, no solo moral, también político.

Veo tu último refugio y me entristece verlo descuidado, desentendido, olvidado, recuerdo el día que nos propusimos honrarte con un parque, propuse trasladarte a vivir ahí, de pronto me arrepiento, estabas mejor allá, lejos de las vulgaridades, el irrespeto. Pero en fin, ahora estás aquí, al inicio mama Juanita y mama Arcadia se opusieron, creyeron perderte otra vez, nos ayudó Santos a convencerla, te trajimos en acto nacional, vinieron todos los niños Exploradores del país, se llenó de entusiasmo revolucionario Diriamba ese día, hicimos tarima, engalanamos tu parque, estaba muy bonito, árboles y flores por todos lados y banderas, rojinegras, azul y blanco, fotos tuyas, aquella borrosa en la que salís de sombrero de paja y pañoleta de bailante, casi no te veo, no lo necesito, estas intacto en mi memoria. Habia música revolucionaria en las calles, esta vez luciste un féretro digno de tu investidura de Héroe, con carroza, guardia de honor y todo, pasaste visitando la Galería de Héroes y Mártires Diriambinos, desaparecida hace años (otro descuido ideológico), enrumbaste a tu parque, habló el comandante Tomás Borge Martínez, entonces Miembro de la Dirección Nacional y eternamente fundador del FSLN, un discurso emotivo, hablo de tu valor, de la firmeza de tu mirada, de tu puntería con las bombas de contacto, y te dejamos ahí, en tu nueva morada, en tu recién construido Mausoleo, custodiado por dos imponentes columnas de Hormigón Rojinegras.

Ahora vengo a verte en otro contexto, estamos de nuevo en el poder, el Sandinismo ha retomado las riendas de la historia, pero tu tumba sigue olvidada, saqueada, (ya no está la placa conmemorativa, ni las cadenas del mausoleo) y eso que es un parque cerrado, enmallado, administrado por el gobierno local, nuestro gobierno. Otros intentan cambiarle el nombre, me da tristeza ver muy cerca, dentro de tu parque, una biblioteca bien cuidada, limpia, el responsable dice que el mausoleo no es problema de él, este año fue peor, mama Arcadia está enferma y no pudo ir a poner su cara en vergüenza, a pedir para la comidita que dá todos los años, casi nadie le ayudó a tus hermanos, apenas la Dirección del Hospital de referencia nacional "La Mascota" (creo), alguien les dijo en la Alcaldía, que eso era en los ochentas, otro le preguntó que quien era Manuel de Jesús Rivera; "La Mascota", Juan, su hermano, lloró de tristeza, no es posible que se olviden de mi hermano –me dijo- con mas tristeza que rencor.

Hoy es 5 de Octubre, un día como hoy, hace 31 años, a esta hora mas o menos atacaste a la Guardia Genocida, te corriste, confiado, seguro, entraste al Mercado Municipal, te camuflaste entre el pueblo, pero alguien gritó "esa es La Mascota" y te siguieron, una marchante, como tantas veces te escondió, otras hicieron la bulla, te cuidaban tanto las mercaderas, ya era normal esconderte, pero esta vez, alguien te vendió, te encontraron y te masacraron, asi creyó la Guardia que ponía fin a una vida llena de heroísmo, sin pensar que con ello estaban sellando su propio final.

Después de estar frente a tu mausoleo, ver el abandono, hablar con tu madre y ver en sus ojos la desesperanza, oír a tus hermanos las odiseas en la búsqueda de obtener ayuda para honrar tu memoria inmortal, me hice la promesa de escribir, para rendirte un humilde homenaje, pero además, escribir en nombre de los miles de hombres y mujeres sandinistas que si sabemos honrar a nuestros héroes y mártires, enaltecer su gesta heroica y transferir a las generaciones nuevas, ese valor que nos llevó al triunfo del 19 de Julio y que hoy nos tiene nuevamente en el poder. El enemigo nunca va a honrar a nuestros muertos, no!!! Son nuestros muertos, es nuestro deber moral.

Manuel de Jesús Rivera nació en los años de opulencia cafetalera de Carazo, pero él nació en los cafetales, donde su madre, humilde recolectora tenia que ganarse el pan, creció rebelde, desde chiquito quiso volar y un día de tantos se apareció en el mercado de Diriamba, ayudó a cargar canastos, a descargar camiones de guineos, requeneto quería cargar mas, pero, los mas viejos lo detenían, se dio a querer de las mercaderas, principalmente de las Masaya, luego se volvió mimado de la comideras, comida, jamás le hizo falta a La Mascota, lo apodaron así por su diminuta figura, lustró zapatos, hizo mandados, y por las tardes, en la calma de las tardes diriambinas, jugaba con nosotros, todo el chavalero del Barrio (Los Estados Unidos paradójicamente), corríamos por las calles de tierra jugando trompos, elevando barriletes, jugando chibolas, siempre te destacaste, te veíamos como el líder, subiendo tapias, comiendo "fruta de pájaro" en el patio de las mondongueras, bailando en las fiestas patronales, sin deber promesa, por el mero rigio de bailarle al Santo nuestro de todos los días; San Sebastián, guerrero, cristiano.

Después vino la guerra y te perdiste, hasta que apareciste en el barrio, armado, enseñándonos tu nuevo trabajo de guerrillero, pistola en mano, entrabas y salías de la cuartería, dormías donde se podía, te cuidábamos todos, hasta que comenzó a surgir en las filas de la Guardia, la leyenda, el chavalo que tira las bombas y desaparece, el chavalo que oye todos los planes del comando y los lleva a las trincheras, nadie lo conoce, nadie lo ve y comenzó la cacería que culminó con tu muerte física y la muerte moral de la Genocida, así murió tu cuerpo y nació el nombre inmortal de "La Mascota".

En Diriamba, los sandinistas sabemos quien es La Mascota, también lo saben los somocistas, el que alegue amnesia lo hace a titulo personal, el que se niegue a conmemorar tu gesta heroica lo hace también a titulo personal.

Hoy, quizá después de 31 años, muchos te recordamos, todavía hay mercaderas que honran tu nombre, la Aurita aun está viva, la Sarita Ramos, mama Chabela (mi madre), Doña Martha, la Mercedita, la Nubia (la humilde costurera que guardó trozos de tu cuerpo en un vaso de café Presto), también está viva la Melba, la Ruth Galán, también está vivo tu nombre, ese mismo nombre que lleva el Mercado Municipal de Diriamba, y aunque todas son ahora viejecitas, aún te recuerdan y cuentan tu historia, la misma que conocen en Europa, Asia y Oceanía, la que un día contó Ernesto Cardenal; la de un niño que no tuvo mas remedio que tomar las armas para sacudirse la mas oprobiosa dictadura de Centro América y que murió en el intento. Todavía hay manos vivas, de las que un día te dieron de comer, te tiraron un saco encima para cubrirte de la Guardia, o te metieron en un canasto y te taparon con hojas de chagüite, de las que se usan para hacer nacatamales, o te tomaron de la mano fingiendo ser tu propia madre para pasar por un reten militar.

Cumplo, Manuel de Jesús, con recordarte hoy, a 31 años de tu caída heroica y asegurarte que ni tu nombre inmortal, ni tu gesta valiente serán olvidados nunca por las generaciones venideras, es un deber mío, nuestro, de todos los militantes sandinistas.

Después de hoy, vendrán muchas manos a cuidar tu tumba, a limpiar tu tumba, a pintar tu tumba, vendrán muchas manos a depositarte flores, a cuidar de tu anciana madre, a apoyar a tus hermanos, a cumplir con tu sueño de una Nicaragua distinta, una nación en la que los pobres también gocen de los ríos de leche y miel.

Por esos muertos, nuestros muertos... ¡Juramos defender la Victoria!!!

La primerisima.

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